Lic. Gabriel Willig

 

La lesión por distensión muscular en los isquiotibiales es una de las lesiones más comunes en deportes como atletismo, fútbol, y rugby (Yu, 2008, Liu, 2017). La gran mayoría de estas son producto de distintos mecanismos que se producen durante la carrera.

La carrera la podemos definir desde una simple interpretación como una sucesión de saltos hasta una compleja coordinación psicomotriz, neuromuscular y biomecánica, en la cual se generan una cantidad enorme de fenómenos físicos que dan como resultado el avance veloz del cuerpo humano.

La comprensión de todos estos fenómenos es fundamental a la hora de planificar el entrenamiento, prevenir y/o tratar lesiones en cualquier atleta que desarrolle este gesto.

Lo primero que se tiene que hacer para analizar la carrera, es determinar los eventos que la definen. Existen varios criterios para determinar las distintas fases de la carrera, desde parámetros temporales utilizados clásicamente, anatomo-funcionales (Pink, 1994) y funcionales (Novacheck, 1998; Yu, 2008) como los que detallamos a continuación:

Las fases claves del ciclo de la carrera se pueden definir como:

(1)La fase de postura temprana (frenado): esta fase comienza cuando el pie hace contacto inicial (IC) y finaliza en la fase de postura media, que se estima entre 0 y 15% del ciclo.

(2) La fase de postura tardía (propulsión): esta fase comienza en la fase de postura media y finaliza en la zona libre (TO), estimada en un 15–30% del ciclo.

(3) La fase inicial y media de swing (recuperación): esta fase comienza en TO y finaliza aproximadamente dos tercios del camino a través de la fase de swing, que se estima en 30 a 77% del ciclo.

(4) La fase de oscilación tardía (pre-activación): esta fase comienza aproximadamente dos tercios de la fase de oscilación y finaliza en el IC, estimado en 77–100% del ciclo.

 

El estudio de la carrera se puede realizar de diferentes formas y ámbitos, desde la utilización de cintas rodantes o en la pista de forma directa. La gran mayoría de los estudios de la carrera se realizan en cinta rodante por la logística y el espacio que las distintas situaciones requieren. Se conoce que las diferencias cinemáticas no son significativas, aunque podemos encontrar diferencias a tener en cuenta, al momento de analizar los datos obtenidos. Un ejemplo de ello es la comparación del ángulo de flexión de la rodilla en el despegue entre las carreras en cinta rodante y sobre el piso como se menciona en el estudio de Frishberg (1983) que mostró que el ángulo de flexión en la rodilla durante el despegue durante la carrera en el suelo fue significativamente mayor que el de la carrera en cinta. Un ángulo de flexión de rodilla más pequeño significa que la rodilla está en una posición más recta y que la unidad músculo-tendón de los isquiotibiales es más larga durante la fase de postura tardía en el sprint sobre el suelo en comparación con el sprint en la cinta de correr.

Para obtener información confiable y fehaciente del real desempeño funcional del atleta es fundamental la utilización de la más alta tecnología disponible como la electromiografía inalámbrica de superficie sincronizada con acelerómetros que marquen los distintos eventos que componen la carrera.

El uso de la electromiografía (EMG) es ampliamente reconocido como una herramienta valiosa para mejorar la comprensión del rendimiento y el riesgo potencial de lesiones en la carrera de velocidad. Los tiempos de las activaciones musculares en relación con las fases del ciclo de marcha son de particular interés para científicos y entrenadores.

En biomecánica deportiva, el análisis de EMG proporciona información importante sobre la actividad muscular que puede ser útil para optimizar el rendimiento o reducir la probabilidad de lesiones (Paul & Wood, 2002).

Tiempos de activación muscular.

 

Los sistemas inalámbricos (sEMG) son particularmente útiles a tal fin ya que no restringen el movimiento y facilitan la captura de datos, como el atleta que corre en una pista en lugar de una cinta de correr en un entorno de laboratorio (Van Caekenberghe, Segers, Willems, et al., 2013). Por esta razón podemos identificar de forma temprana los riesgos de lesiones en los atletas ya sean desequilibrios musculares o una incorrecta biomecánica de carrera lo cual puede ayudar a prevenir una lesión o recurrencia de la misma debido a la ejecución deficiente de la biomecánica o de métodos de entrenamiento no óptimos (Howard, 2018). Y las lesiones de los músculos isquiotibiales son una de ellas.

Los estudios de biomecánica de carrera indican que los isquiotibiales están activos durante todo el ciclo de la marcha, con picos en la activación durante la postura temprana y las fases de oscilación tardías (Liu 2017).

La lesión muscular de los isquiotibiales es una lesión frustrante debido a la persistencia de los síntomas, la lenta recuperación y la alta tasa de reincidencia (Hawkins, 2001; Woods et al., 2004). Con lo que conocer cómo se producen estas lesiones será fundamental tanto  para una buena rehabilitación, como así también para la prevención.

Las lesiones por distensión muscular se producen durante las contracciones excéntricas (Garrett, 1996), las cuales pueden ser atribuidas al alargamiento de los músculos biarticulares como los isquiotibiales durante la flexión de la cadera (Thelen et al., 2005). Pero para producir la lesión es necesario que el músculo este altamente activado. (Hasselman et al., 1995). Estos hallazgos son apoyados por Schache et al. (2010), cuyos resultados indican que los isquiotibiales lesionados demostraron una clara intolerancia para realizar una contracción excéntrica inmediatamente después de una lesión muscular.

De los isquiotibiales, la porción larga del Biceps femoral (BFlh) es el músculo lesionado con mayor frecuencia (De Smet&Best, 2000), postulándose razones como la diferencia en la longitud de la fibras (Pierrynowski, 1995) o la diferencia en la tensión musculo-tendón entre estos músculos reportada por Wood (1987), pero todavía no hay suficiente evidencia para explicar la diferente tasa de lesión.

La patomecánica de la lesión nos plantea que la velocidad de contracción excéntrica máxima de los isquiotibiales es significativamente mayor durante la fase de oscilación tardía lo que podría explicar por qué el 90% de las lesiones por distensión de los isquiotibiales se producen en el vientre del músculo (Askling, 2007) ya que las activaciones máximas de los músculos isquiotibiales ocurrieron durante la fase de postura temprana y la fase de oscilación tardía. Mientras se produce esto, alcanzan la longitud máxima y la velocidad máxima de alargamiento del conjunto tendón-músculo que fue significativamente mayor durante esta fase (Yu, 2008), justificando largamente el porqué de las lesiones en esta fase y con esa ubicación muscular.

 

 

 

¿Pero es la única forma en que los isquiotibiales son expuestos a esfuerzos capaces de generar lesión?

Mann y Sprague (1981) sugieren que la máxima flexión de la rodilla con la que inicia la fase de postura tardía y el momento de extensión de la cadera que se produce podría generar una lesión por tensión muscular en los isquiotibiales durante la propulsión por más que en esta fase la activación muscular  y la velocidad de alargamiento del conjunto tendón-músculo no sean máximas.

Sin embargo, se observó que la longuitud del conjunto tendón-músculo en la máxima velocidad de elongación fue sensiblemente mayor en la fase de apoyo tardío que en la fase de oscilación tardía (Yu, 2008). Esto podría ser la causa de una lesión por tensión.

 

 

Best et al. (1995) mostraron que la lesión por tensión se produjo en la unión del tendón muscular cuando la tasa de tensión era baja, pero ocurrió en el vientre muscular distal cuando la tasa de tensión era alta, lo que ocurre en la fase de postura tardía y oscilación tardía respectivamente.

Teniendo en cuenta lo mencionado anteriormente, es más probable que ocurra una lesión por tensión en la unión tendón-músculo de los isquiotibiales durante la fase de postura tardía que durante la fase de oscilación tardía, mientras que es más probable que ocurra en el vientre del músculo durante la fase de oscilación tardía que durante la fase de postura tardía (Yu, 2008).

Este mecanismo de lesión tiene que ser estudiado en profundidad para llegar a una mejor comprensión del porqué de los distintos tipos de lesiones y las ubicaciones intramusculares de las mismas, ya que conocer estos procesos con mayor claridad nos dará pautas importantes en la toma de decisiones durante la planificación de la rehabilitación y/o prevención de lesiones, sobre todo en los pacientes recurrentes.

 

Conclusiones:

  • Debemos comprender las condiciones en las que evaluamos a nuestros atletas para tomar determinaciones terapéuticas acertadas.
  • La utilización de la tecnología inalámbrica nos posibilita la evaluación funcional del atleta.
  • Correr en cinta rodante genera una menor extensión de rodilla en la fase de postura tardía lo que lleva a un menor esfuerzo de los isquiotibiales.
  • La ubicación de la lesión puede estar indicando que el mecanismo de lesión no es siempre el mismo.
  • Según el mecanismo de lesión las conductas terapéuticas tendrían que ser diferentes para tratar de adaptar la musculatura al esfuerzo para el cual no estuvo preparado antes de la lesión.

 

Discusión:

  • Los velocistas tienen una mayor inclinación del tronco hacia adelante mientras aceleran a velocidad máxima. Esto puede resultar en un aumento de las tensiones de los isquiotibiales durante la fase de postura tardía, y por lo tanto un mayor riesgo de una lesión por distensión de los isquiotibiales.

 

  • La fase de transición entre zancadas, puede genera fuerzas que expongan a los isquiotibiales a grandes cargas, ya que vienen de la contracción excéntrica de la fase de oscilación tardía y se ven contrariadas por la fuerza de reacción del piso en esta transición por lo que es otra posible causa de lesión a evaluar.

 

Bibliografia:

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