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Autores: Lic. Federico Cillo, Lic. Maria De Gregorio

 

Desde su divulgación en 1920 como tratamiento para la epilepsia, y más tarde para la obesidad, en la última década gran parte de la investigación ha intentado entender los mecanismos de las dietas bajas en carbohidratos y su posible aplicación en diversas situaciones clínicas y/o deportivas. 

Establecer la efectividad real de estas dietas o modos alimentarios no es tarea simple, más bien todo lo contrario. Requiere que por ejemplo variables como la ingesta alimenticia, la actividad física que se realice, el descanso, y las adaptaciones, sean testeadas y analizadas rigurosamente bajo condiciones preestablecidas para fijar realmente la efectividad de tal abordaje. 

Muchos atletas han optado por recurrir a estas y otras prácticas con o sin aval profesional, sea para optimizar su rendimiento y sensación de energía diaria, modificar de la composición corporal o bien como un acercamiento a algo novedoso que resulte en salud. El objetivo de este artículo es explicar brevemente cómo esta dieta impacta sobre el rendimiento deportivo.

Una dieta baja en carbohidratos determina una inadecuada disponibilidad de glucosa como fuente energética, lo que hace necesario crear otra: los cuerpos cetónicos. El hígado convierte la grasa en ácidos grasos y produce los cuerpos cetónicos a partir de ésta, reemplazando a la glucosa como primera fuente energética. El aumento de cetonas es conocida como cetosis nutricional. Aunque la respuesta individual es variable, la cetosis usualmente se desencadena al restringir la ingesta de carbohidratos a menos de 50 g diarios con algún grado de restricción proteica, evitando la neoglucogénesis a partir de proteínas. El consumo absoluto de grasas no siempre aumenta, por lo cual “dieta alta en grasas”, no es un término adecuado.

 

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Históricamente en atletas se ha recomendado una ingesta supervisada y periódica de hidratos de carbono para el óptimo rendimiento deportivo. Aun así, cierta parte del mundo del deporte y algunos profesionales de la salud consideran que este paradigma fisiológico ha caducado en pro de cierta mejora deportiva o de salud. Entre los fundamentos son mencionados adaptaciones de 3 a 4 semanas de dieta cetogénica en atletas de resistencia, asociadas a un mantenimiento de la performance cuando la intensidad es moderada (46-63% VO2max) y vigorosa (64-90% VO2máx.) pero con variables de confusión declaradas en los estudios como la pérdida de peso.2

La disponibilidad y capacidad de utilizar todos los combustibles musculares para apoyar las demandas específicas del ejercicio («flexibilidad metabólica») representa el “Santo Grial” para los atletas de resistencia de alto rendimiento. la atmósfera de fascinación generada en este sentido, es la de como generar una mejor y máxima utilización de grasas durante el ejercicio y durante el resto del día.3

Rápidamente la atmósfera desaparece cuando los esfuerzos son muy glucolíticos (> 70% VO2max) y los aumentos en la oxidación de grasas son asociados a un mayor esfuerzo físico percibido y a un aumento de la frecuencia cardíaca, sobre todo durante la adaptación aguda a la dieta. Con respecto a cambios en la composición corporal, la fuerza-resistencia o la potencia, algunos estudios señalan que no existirían impactos negativos aun cuando se existan discrepancias en la metodología y manejo dietético utilizados.2

La popularidad de estos enfoques restringidos en carbohidratos se debe a beneficios reportados que incluyen relatos de mejora en la energía tanto para el entrenamiento como para la competencia, reducciones en los requerimientos calóricos exógenos durante el entrenamiento y la competencia, mejora de síntomas inflamatorios, menor incidencia en la aparición tardía de dolor muscular, molestias gastrointestinales o incluso como un potente modulador de la inflamación.2 Tal colección de resultados puede verse como prometedor tanto para la salud general como por el efecto potencial sobre el rendimiento, por ello en la actualidad continúan exámenes exhaustivos en entornos experimentales bajo este modo alimentario. Por ello es que todavía nos encontramos algo lejanos para arrojar certezas y conclusiones en este sentido, que coloquen a un grupo grande de deportistas o personas bajo un mismo modelo alimentario, en segunda instancia deberemos prestar atención a las posibles variables de confusión puedan pasarse por alto en los informes anecdóticos y por último no olvidar la adecuación que reina según el contexto de cada deportista.

 

Bibliografia

 

  1. Gupta, L., et al. «Ketogenic diet in endocrine disorders: Current perspectives.» Journal of post graduate medicine 63.4 (2017): 242.
  2. McSwiney, Fionn T., et al. «Impact of ketogenic diet on athletes: current insights.» Open Access journa lof sports medicine 10 (2019): 171.
  3. Burke, Louise M. «Ketogenic lowCHO, highfat diet: the future of elite endurance sport?.» The Journal of physiology 599.3 (2021): 819-843.